martes, 23 de octubre de 2007

Hasta siempre amigo!


Al abrir el periódico esta mañana me encontré con una triste noticia: Carlos Asorey, el dueño del Dado Dadá ha fallecido. Carlos fue un personaje al que todos los que tuvimos la oportunidad de conocer, y le conocía todo el mundo, nunca olvidaremos.

Se me vienen a la cabeza multitud de gratos momentos vividos junto a él en este rincón compostelano dedicado al jazz del cual Carlos era su alma indiscutible, compartiendo con todo el mundo su gran alegría, su estupendo sentido del humor y como no sus increíbles y divertidos trucos de magia con los que solía congregar a su alrededor a decenas de personas que quedaban perplejas por su destreza. Y es que Carlos era muchas cosas pero si tuviera que destacar una, seguramente diría que era un gran mago. Un hombre que sentía la magia, que disfrutaba con ella como pocos y que además tenía la deferencia de compartir estas habilidades con todos aquellos que estuviesen a su alrededor.

Desde que llegué a Santiago siendo un pipiolín cada noche de martes, religiosamente asisití a las inolvidables jam sessions del Dado durante las cuales tuve el privilegio de disfrutar de su compañía que a lo largo de los años desembocó en una cordial amistad. Han sido muchas noches juntos viendo pasar por allí a lo más granado del jazz gallego, muchas noches tomando copas hasta altas horas mientras charlábamos de música o del mundo en general. Carlos tenía don de gentes, sin ninguna duda, pero además disfrutaba de la compañía de todos los que pasaban por el local. Un hombre con una educación exquisita y siempre de buen humor, un caballero!

A lo largo de los años y gracias a su manera de ser, siempre me sentí en el Dado como en mi casa. Y es que Carlos contagiaba su carácter y creaba una atmósfera más que agradable, a su alrededor sólo había buen rollo, risas y cariño.
El jazz gallego está de luto porque ha perdido a uno de sus más importantes mecenas, a un hombre muy importante para el jazz gallego por haber constituído la única isla, es decir local, de jazz de Santiago por el que han pasado músicos muy importantes. Así mismo también ha servido de plataforma para que muchos músicos gallegos pudiesen tocar cada semana en las jams que duran todo el invierno. Los músicos de jazz gallego siempre han albergado un cariño enorme hacia su persona porque todos descubrían su carácter cariñoso y cálido.
El Dado nunca volverá a ser lo mismo, es como si hubiese perdido el alma. Siempre habrá un gran vació en la atmósfera porque ya no estará allí el hombre de negro (Siempre iba vestido de negro de la cabeza a los piés, yo nunca lo vi con un prenda de otro color) ecualizando la mesa de sonido, ni poniendo música entre actuación y actuación, ni haciendo sus trucos de magia ni repartiendo sonrisas por doquier. En el Dado sólo quedará el ambiente que él y Carmen, su esposa, crearon. El Dado será siempre su templo, seguro la obra de su vida, su juguete, su sueño, su manera de rendirle tributo a la música que le volvía loco, el jazz.

Luchó contra una grave enfermedad con una entereza admirable, pero finalmente le ganó la partida arrebatándole su vida. Pero nunca fue capaz de borrarle la sonrisa. Aún en los malos momentos se le veía en el Dado con su humor de siempre y disfrutando de su rincón, de la música y como a veces no podía hablar demasiado, se expresaba como mejor sabía, a través de la magia. El Dado y Carlos son indisolubles, siempre se notará su vacío pero la mejor manera de rendirle homenaje es manteniendo viva su obra, es decir el Dado Dadá que siempre será su templo. Él estará siempre allí saliendo del habitáculo de los discos o detrás de la mesa de sonido o en todas y cada una de las mesas del local dejándonos KO con un juego de cartas o simplemente compartiendo contigo la música.

Desde aquí he querido rendirle un pequeño homenaje a Carlos del Dado, alguien a quién nunca olvidaré. El jazz fue la banda sonora de tu vida y con jazz te recordaremos. Hasta siempre amigo!